martes, 8 de abril de 2014

Aquí llega Eurovisión. Capítulo 1.

Puede que más de uno se sorprenda al ver que una persona con gustos como los míos entiende algo del festival de Eurovisión. A decir verdad, no siempre ha sido así, y soy bastante tiquis miquis al respecto de considerarme una eurofan. Básicamente porque no lo soy.

Seamos sinceros, yo veo el festival de Eurovisión los años en que creo que va a llamar mi atención, si no, paso en barca. Cuando era pequeña no me perdía ni uno, hasta que mi adolescencia hipermadura y antisocial me hizo alejarme de aquel contubernio de frivolidades, y me dedicaba a escuchar a Serrat y Paco Ibáñez encerrada en mi habitación.

Este proceso, de todas formas, duró poco, y mi generación vivió una resurrección del concepto eurovisivo gracias a Rosa de España y Operación Triunfo. Los tres años en que los triunfitos fueron saliendo de viaje a comerse los mocos y hacer gallos sin fin me descubrió una nueva faceta del festival, alejada de chorradas como "tienes que ir con tu país" o "es que siempre ganan los mismos porque se votan entre ellos", o incluso "si ves cómo votan en Eurovisión sabes cómo son los europeos, cómo funcionan la política y la economía del continente, y descubres que nuestra civilización va directa hacia la hecatombe" (axioma este último muy seguido por tertulianos de Intereconomía).

De esta forma, descubrí que lo que de verdad molaba de Eurovisión era el descojone y la maravilla de  ver las propuestas que envía cada país para que le represente en un festival de la canción que, en mi opinión, tampoco tenía demasiado sentido cuando se creó, por mucho rollo de concordia y no sé qué leches que le quisieran meter. Es una tontuna, pero al menos puede ser una tontuna graciosa. O gloriosa, como veremos más adelante.

Mi objetivo, pues, es el siguiente. Voy a dedicar cada semana un post a antiguos festivales de Eurovisión, y terminaré glosando lo que nos depare el de este año 2014. Algunos años los desgranaré enteros, y en otros casos hablaré de situaciones concretas, que algunas tienen mucha guasa y lo merecen.

Aviso ya que, por lo general, me centraré en los años 70 y 80, básicamente porque son mis preferidos y porque creo que es donde más chicha podemos sacar. No quiero decir con esto que momentos memorables como el último puesto de Conchita Bautista frente a la MARAVILLOSA Poupé de cire, poupé de son de France Gall; o el mega loco de la colina de Alf Polier, o la aplastante victoria de los Lordi, por no hablar de Massiel y Raphael, no merezcan algún que otro comentario. Pero opino igualmente que la chicha magra de todo lo que merece ser comentado en tan pocas semanas se centra en esos veinte años. Como digo, algún comentario habrá para otros personajes de otras épocas, pero seguramente serán los menos, y de forma monográfica.

Para terminar esta larga introducción, sólo quiero decir que si alguien quiere enviarme sugerencias sobre años, actuaciones concretas, o comentar experiencias o lo que sea, sabéis que sois bien recibidos. Gracias.

Y ya sin más preámbulos, vamos allá.

EUROVISIÓN 1974. EL AÑO DEL CAMBIO.

En mi inmenso frikerío setentero, este año no podía pasar inadvertido, y es el que vamos a comentar como primera parte de esta serie.

En 1974, Eurovisión todavía vivía presa de la canción ligera, baste recordar algunas de las actuaciones del año anterior, cuando nuestros Mocedades quedaron segundos frente a la estupenda Tu te reconnâitras de Anne Marie David.


El siguiente año, como Luxemburgo no podía hacer frente a los costes de otro festival, Reino Unido decidió asumir los gastos, y aquel año todos los participantes pusieron rumbo a Brighton.

1974, además, resultó curioso por la importancia que varias canciones tuvieron a posteriori, entre otras, las que hicieron famosos a sus respectivos intérpretes. Salvo Gigliola Cinquetti, que ya había alcanzado la victoria con Non ho l'etá  (No tengo edad), algunos no eran conocidos, pero lo serían y mucho gracias a aquella noche en el escenario del Brighton Dome.

Otro punto fuerte del festival de 1974 fue la primera participación de Grecia ese mismo año, con una canción bastante floja, aunque asquerosamente pegadiza; y que Israel participaba por segundo año consecutivo. Además de esto, ya desde la edición anterior los países que así lo desearan podían cantar sus canciones en un idioma distinto del de su país de origen. Esta costumbre, como veremos, no estuvo tan arraigada como ahora, pero resultó un punto fuerte para muchos de los participantes.

Y claro, como no podía ser menos, hemos de hablar del representante español de aquel año. A la dictadura le quedaba poco, pero aún no había terminado, y los expertos españoles decidieron que Peret, con su rumba catalana llena de ritmo, esencia española y letra fácil y pegadiza era una buena opción para ganar posiciones en Eurovisión. El resultado lo veremos más adelante; pero para comenzar a ver el festival, nada mejor que hacerlo como lo hubieran hecho los españolitos de 1974. Antes del sarao, veamos lo que nos cuenta sobre el asunto este reportaje de Informe Semanal:

https://www.youtube.com/watch?v=FnOV7JchpF0

Como vemos, creo que es un muy buen resumen de lo que nos vamos a encontrar. Vale la pena rememorar momentazos de este documental como "Nosotros los españoles, que entendemos de ciudades bonitas, de villas turísticas" (no como vosotros, ingleses de mierda, con vuestras ciudades sin casi sol, no como el sol de ESPAÑA); expresiones como "beber el líquido oceánico", o los preciosos comentarios dedicados a la pobre Agnetha (No la siguen por su talento, ni sus capacidades artísticas, es sólo que está buena, ¡bah!).

Y por cierto, hagamos un club de fans de "El monegasco Romualdo" YA. Así podremos decirlo a cualquier hora del día, que es lo que toda persona de bien debería hacer.

Comenzamos el festival. La primera en discordia es Carita, una joven finlandesa de 20 años, que canta una baladita al piano, Keep me warm. La verdad es que es eso. Tranquila, melancólica, ligera, en inglés para llegar a un mayor espectro del público. Y en mi opinión poco más. Bueno, y el vestido es pelín feo.

 

En segundo lugar, le toca el turno a Reino Unido, que este año cuenta con la representación de Olivia Newton-Jonh. Hay que decir que a ella no le gustaba mucho esta canción, una oda al amor que mezcla el vals centroeuropeo con sonidos que recuerdan a Like a puppet on a string, cuando lo que a la chica le gustaba era el coutry. La pobre hizo lo que pudo, tan guapa como siempre, con un vestido bastante más apañado que el de su predecesora; pero no consiguió ganar. Cosa que no le vino nada mal, porque cerradas las puertas de Europa, decidió marcharse a Estados Unidos, donde ganó el premio a mejor cantante country del año y vio despegar su carrera gracias a su papel de Sandy en el musical Grease



Y atentos, al loro, que llega Peret. Sólo comentaré la actuación de este hombre con un par de cosas. La primera, que utiliza el recurso fácil de "Si al sol no puedes tumbarte ni en paz tomarte una copa, decir que estás en Europa no sirve de ná", que se basa en meter una pulla de lo bonita que es la Spanish way of life, porque cómo mola lo típico de España, que está hecha una mierda, pero qué alegres somos y cuánto sol tenemos. La segunda, glosada por el genial Miguel Ángel Sánchez (único biógrafo de ABBA en español), se resume muy rapidito: En Reino Unido siempre ha estado muy de moda apostar, y Eurovisión era un buen momento para ello. Peret no entraba ni en apuestas. 



Anne-Karinne, la concursante de Noruega, vuelve un poco a lo mismo. Canción ligera, de tema amoroso. Pero vamos, que lo que decía el locutor, atención los caballeros porque llega una rubia guapa con un precioso salto de cama, para ir abriendo boca antes de que llegara el destape.



Bueno, bueno, Grecia. Marinella, su camisa de rayas y su pandereta nos traen una cancioncilla que, como digo, es floja, es decir, sabemos que ganar no va a ganar; además de que está en griego y no lo entendemos, y de que el tema es tipiquísimo (El vino, el mar y mi amado), y de que el arreglo orquestal del final es lamentable; pero da igual. Se os pegará, es inevitable. Así que, no tengáis complejos y cantad conmigo: ¡¡¡Libocrasí, libo talasá kezá torimúuuuuuu!!!




Llegamos a otro tema curioso y muy folklórico. El grupo israelí Kaveret (que en este caso es conocido como Poogy. No lo entiendo muy bien) interpreta una canción llamada Le di mi vida. Esta es aquella canción que nuestro bienamado comentarista de Informe Semanal dijo que era de tema psicodélico. Yo estoy de acuerdo sólo en parte (aunque no me extrañaría dada a pinta de yonkorros que se gastan), porque creo que la forma es una excusa para habar de amor -mmmmmmm- o más bien de su patria. Es decir, unos señores que han decidido hablar sobre su situación política de forma enrevesada. Por si alguien desea aportar algo más sobre este tema, dejo enlace de la letra. 

http://www.diggiloo.net/?1974il

Y la canción... pues eso, muy folklórica y un tanto machacona, con los chicos que se han puesto el traje de los domingos para salir formales en la televisión. Si alguien sigue con la canción griega en la cabeza, no os preocupéis, es casi mejor.



Comentaba la presentadora que el orden de las canciones fue elegido por sorteo, pero vamos, que lo hacen a posta y no les salen más coñazos juntos. Yugoslavia. Grupo de canción que parece protesta, cantando a la generación del 42. Por fin vemos ropa más alegre, más psicodélica, salvo por el sutil detalle de que no pega un carajo con la canción. Es como poner a Raphael vestido con ropa de Tino Casal. Bueno no, porque en ese caso molaría. Seguid con Grecia en la cabeza, porque, aunque lo parezca, tampoco es un número de Jesucristo Superstar.



Ahora sí que sí. El auténtico motivo por el que este festival merece la pena. Por un momento podréis olvidaros de Grecia. Señoras y señores, llega ABBA.

No hay nada mejor que ver el festival completo, aparte de para pasar vergüenza con Peret o cantar en griego inventado, para darse cuenta de que los suecos de oro estaban a años luz de lo que se hacía en otros países. La ropa, los arreglos, el cachondeo, la originalidad, Agnetha y Frida... todo parecía ser perfecto. Aún así, Suecia no partía como una de las favoritas, pues las valoraciones previas se decantaban más por Francia (que al final no participó por el luto oficial decretado tras la muerte de Pompidou), Italia, Reino Unido u Holanda. Sin embargo, nuestros cuatro ídolos arrasaron con todo. No sé si cuando el locutor de Informe Semanal hablaba de decadencia del festival se refería a esto; pero desde luego fue un importante punto de inflexión, sólo comparable a la victoria de Lordi en 2006, y no del todo.

Pues bien, ahora que entendemos el contexto, vamos a gozarlo. ¡Volumen a tope para ABBA!



Una vez pasado el subidón, lamento decir que nos llega un pequeño bajón, aunque no está del todo mal. Luxemburgo, que venía de ganar el año anterior, apuesta un poco por lo mismo. Canción ligera, Bye, bye, I love you, en una extraña mezcla de inglés y francés. El vestido de princesa Disney trasnochada tampoco ayuda mucho. Como se puede ver, es bastante parecida en planteamiento a la canción de Reino Unido, aunque claro, no es Olivia.



Atención ahora que llega EL MONEGASCO ROMUALDO, ex acróbata ataviado con un esmoquin de fantasía y voz empalagosa. Balada muy cuqui, algo pegadiza, pero no tanto. El hombre, desde luego, lo vive, eso sí. Muy sentido el chiquillo, con coros angélicos de fondo y mucho viento metal. El ídolo de las madres de cada casa española de 1974.



Bélgica aún estaba demasiado ensimismada en canciones protesta para darse cuenta del potencial de horterismo y cutrez que era capaz de desarrollar. En este caso, el cantante Jacques Hustin interpreta un tema con cierto poso político, un canto a la libertad y esas cosas, con permiso del pedazo de GAFUDO del director de orquesta, que es para soñarlo. Un rollete más. Por favor, ojo a los morritos.



Holanda iba con una de las canciones favoritas de aquel año, I see a star, que fue uno de los intentos por hacer algo más original dentro del festival de Eurovisión. Ropa muy hippie, pinta de fumados, arreglos con guitarra eléctrica... y un organillo con una muñeca guarra zarrapastrosa. ¿En serio alguien creía que éstos iban a ganar algo? Bueno, el aire de la canción es un poco country, y la voz de Mouth es muy curiosa, interesante dentro del repertorio de languidez y voces atipladas que llevamos, en general.



Por Irlanda va Tanya Reynolds (que en realidad se llama Philomena) y que es la que el locutor de Informe Semanal llamaba "simpática" con respecto a las buenorras. Curiosamente, es la que lleva el vestido más sexy, y canta con mucha simpatía. El momento de Irlanda aún no había llegado -recordemos que los años 90 son prácticamente suyos- pero a mí esta canción me parece amena, agradable. Más de lo que llevamos visto, pero con gracia, la canción es curiosilla, pegadiza. Correcta.



Los alemanes Cindy and Bert, con su melodía dulzona y romántica -en palabras de Uribarri-, cantan al verano y todas las cosas bonitas que tiene porque así los alemanes salen a la calle y esas cosas. Cindy con un traje que provoca epilepsia, y Bert disfrazado de Leprechaun, interpretan un coñazo muy muy grande, cantado en alemán. Eso sí. Cindy es pelirroja, y sabemos que eso es un plus. Respect.

 

Quedan tres canciones, y ésta es otro rollo repollo. Piera Martell dice que se parece a Barbra Streisand, lo que nos da una idea de su petardez y coñacismo ilustrado. Canta en alemán, con una especie de vestido-poncho camisero con lentejuelas. La canción no vale nada, pero la mujer la defiende con orgullo. Sin embargo, las dos últimas sí que tienen chicha.



Paulo de Carvalho, el representante portugués, iba con una canción muy sentida y llena de emoción, E depois de adeus (Y después del adiós). Puede parecer a simple vista una canción ligera más, aunque con cierto encanto. La anécdota está en que este mismo tema fue utilizado como uno de los himnos de la Revolución de los claveles. Espero que sin los churriguerescos arreglos orquestales.



El festival de Eurovisión de 1974 se cerró con broche de oro. Gigliola Cinquetti interpretó otra canción que se postulaba como favorita para ganar, con un nombre sencillo y elegante, como la intérprete y el tema mismo: . Desde luego, no es la típica canción ligera. El ritmo es distinto, tiene mucha emoción, y la voz grave de Cinquetti nos saca de los gorgoritos del resto de participantes. Desde luego, era una digna oponente, de esas que te dejan con el corazón en un puño. Un único problema. La pobre Gigliola parece que se ha quedado pegada al suelo, o que el escenario es su peana, como si fuera una muñeca de colección. Pero la canción es preciosa.



Y estas fueron las actuaciones del decimonoveno festival de la canción de Eurovisión. ¿Las votaciones? Bueno, he de decir que tampoco estuvieron tan mal. Como todos sabemos, ABBA quedó en primer lugar. Inmediatamente después, Italia, seguida de los holandeses de la muñeca zarrapastrosa y Olivia, que quedó cuarta. Por la cola, se produjo un cuádruple empate a tres puntos entre la noruega guapetona, los duendecillos alemanes, la Barbra Streisand suiza y el revolucionario Carvalho, amén de que la pobre finlandesa del principio quedó penúltima.

¿Y Peret? Pues, a decir verdad, pasó sin pena ni gloria, un décimo puesto y ni una sola ganancia en apuestas. Interesantes los puestos de Israel, en séptima posición, y de Grecia, justo por debajo de Peret, aunque todos canturreemos su canción por las esquinas. Aunque el que se lleva la palma es EL MONEGASCO ROMUALDO (vencedor moral del festival), con la sexta posición, justo por debajo de la sosa de Luxemburgo. Hay momentos en que la vida no es justa... 

En este post he intentado expresar lo que 1974 supuso para la historia del festival. A pesar de que la canción ligera seguía siendo -y lo será por bastante tiempo- predominante, comenzaban a verse atisbos de cambio en algunas actuaciones. ABBA, como ya es bien sabido, marcó un antes y un después en muchos aspectos, a pesar de las múltiples críticas y acusaciones de plagio que recibieron en su país, abriéndose a Europa como primer paso para conquistar el resto del mundo. 

Y así la cosas, este ha sido el primer post eurovisivo de la serie. La semana que viene viajaremos unos cuantos años por delante, en uno de mis festivales favoritos de todos los tiempos, lleno de frikis y de canciones imposibles. ¡Hasta la semana que viene! 


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