martes, 11 de marzo de 2014

Libros perturbadores: Guerra Mundial Z

Anda que no ha costado volver a escribir cosas por aquí. Y yo, mientras la vida pasaba, celebraba el primer aniversario de este pequeño espacio de recreo en medio de escrituras y lecturas. Correcciones, preparación de apuntes, confección de exámenes...

Breve imagen que resume mi estado laboral actual


Pero no hablemos más de mí, y centrémonos un poco en vosotros, amigos que habéis ido descubriendo mis perturbaciones mentales desde hace ya más de un año. De verdad que os lo agradezco, así como vuestros comentarios, que me han hecho sentir que mi pequeño sitio se revitalizaba y no era una flor exótica dentro de este vasto páramo que es Internet. Gracias a todos, besos, abrazos y amor desde mi cubil de escritura y mi vida de peonza.

Y dicho esto, vamos a pasar del momento emotivo, que esto tampoco es la tele y no hace falta buscar excusas para tocaros la patata como si de una peli de Spielberg se tratara. Este blog no seria lo que es si no se hablara de libros de vez en cuando. Hace ya tiempo que hube de interrumpir mi lectura de Guerra Mundial Z para dedicarme a otros menesteres. Ahora que lo he retomado y lo he terminado, puedo hablar tranquilamente sobre él, y poner un poco en antecedentes a los neófitos, que quizá hayan visto la película, pero tienen dudas con respecto al libro. 

En este sentido, debo decir que cometí un pecadillo de esos que tan poco me gustan; es decir, vi la película antes de leerme el libro, cosa que solo he hecho un par de veces y porque no quedaba más remedio. La buena noticia, sin embargo, es que ello no supuso ningún problema.

Guerra Mundial Z está escrito por Max Brooks, hijo del genio Mel Brooks, que, si alguien recuerda el antiguo post sobre musicales, había logrado descojonarme con su impagable Springtime for Hitler -amén de que aún me río sola con chorradas como "El Fampirrrro está entrrrrre nosotrrrros" o "Pónganle un enema, y los que sean menester"-. Esto podría indicar que el libro es más bien humorístico, y quien piense de esta forma no anda del todo descaminado, aunque Guerra Mundial Z es algo más. Es la mezcla grotesca entre el horror, la razón y el cachondeo, dentro de lo que subyace un amargo poso, una reflexión sobre el comportamiento humano en situaciones de crisis y sobre cómo dichas situaciones pueden sacar lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros.

Y he aquí la cuestión. El narrador de esta historia ha desarrollado múltiples informes en los que debe explicar cómo se desarrolló la Guerra Zombi en todo el mundo. Una vez terminada su tarea, se siente en la necesidad de exponer los testimonios orales que fueron descartados en el informe oficial. Cada uno de estos testimonios se engloba en diferentes partes, que van dando coherencia a la trama general y repasan, en orden cronológico, los sucesos de la contienda.

Desde los testimonios del médico chino que al parecer descubrió al paciente cero, hasta las estrategias bélicas y psicológicas que se aplicaron para acabar con la plaga, todas las pequeñas historias -algunas cotidianas, surrealistas otras- llevan a una perspectiva general, no exenta de ironía y retranca. Humor con mal aliento y tobillos de acero.

Dentro de estas historias, algunas son un claro ejemplo de superación humana, aunque otras deberían parecernos indignantes, si no fuera por el modo en que el lector las percibe, desde esa malla protectora del sentido del humor. Un tipo sin escrúpulos que se hace rico vendiendo una falsa vacuna, un senador que argumenta que negar la verdad a la población era lo mejor para defender a su país, famosos frívolos encerrados en un búnker con cámaras, al más puro estilo Gran Hermano, un teórico surafricano que da con clave para contener a los muertos vivientes basándose en teorías de segregación racista de la época del Apartheid , y miles de ejemplos más de las diversas miserias humanas, contrapuestas a las gestas de los europeos que se encerraron en castillos medievales, la piloto que hubo de sobrevivir sola tras un accidente en medio de un paraje infestado, los perros adiestrados, el director de cine que levantó la moral humana con sus películas, o la historia de los dos japoneses que, definitivamente, fue la que me robó el corazón.

La estructura del libro es siempre la misma, cosa que en este caso no hace que la lectura se haga pesada y aburrida. Al contrario, rápidamente se coge el tranquillo y esperamos las declaraciones de cada uno de los protagonistas de la historia. Normalmente, Brooks comienza cada entrevista con una breve descripción del lugar en que se desarrolla, introduciendo al personaje que va a tomar la palabra, físicamente, y aclarando su situación tras la guerra. A partir de ese momento, el personaje comienza a relatar su historia, a veces interrumpida por las preguntas del narrador, que resultan muy útiles para dar un contrapunto objetivo a la visión subjetiva dada por cada protagonista, lo cual hace que de vez en cuando, la narración termine con un mazazo de realidad de esos que te espabilan y hacen estar alerta par seguir digiriendo el libro.

Al final, una despedida a modo de recopilatorio de los mejores testimonios, nos deja con el corazón en un puño, con ganas de más, y a la vez, saciados. Todo ha quedado claro, aunque no es fácil de explicar. De hecho, qué guerra se puede resumir en un par de párrafos. Ni siquiera una guerra ficticia.

Y es que quizá ese es el gran valor de la obra de Brooks. A través de un gran conflicto ficticio, nos traslada a cada uno de los pequeños conflictos que conforman la supervivencia humana y, por medio de un supuesto, radiografía las conductas de cada arquetipo de un ciudadano de casi todos los países del mundo, sin caer en el mero tópico, yendo más allá del estereotipo cultural, para llegar a las emociones y sensaciones propias de un ser humano, ni más ni menos.

Es decir, que el libro es una genialidad y lo recomiendo encarecidamente a quienes aún no hayan tenido el placer de echarle el vistazo que se merece. En serio, este libro no es una pérdida de tiempo en absoluto.

Y para aquellos que se estén preguntando por la película, decir que la historia de Brad Pitt y su melenita chachi guay no alteran ni espoilean la trama. De hecho, esa historia bien podría haber formado parte del libro. Puede que algunos puntos sean coincidentes con diversas narraciones del libro, pero en modo alguno suponen un problema.

¿Se ha metido con mi melena?

 Así que, nada de pereza, pillad Guerra Mundial Z en cualquier sitio que tengáis a mano, y a por él. La experiencia merece la pena. 

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