jueves, 28 de febrero de 2013

Libros perturbadores: Cyclus apocalypticus

La verdad es que a veces lo pienso, y soy de traca. Resulta que una de las cosas que más hago y gracias a las que contemplo las horas pasar gastadas por delante de mis ojos es leer libros a choflón, y luego no escribo nada sobre ellos.

Cabe decir que, por complejos absurdos, siempre pienso que no vale la pena escribir algo sobre talo cual libro, del que seguro que ya existe información más que suficiente en internet; pero, ¡qué diantres! Dije desde el principio que escribiría sobre lo que me diera la gana, y eso hago.

La obra que hoy nos ocupa es una novela más que curiosa e interesante. Se trata de Cyclus apocalypticus. Historia de la Era del Apocalipsis, del padre José Antonio Fortea Cucurull. Reconozco que no tendría por qué haber escrito su nombre completo, pero es que el segundo apellido me parece descojonante. Sobre todo cuando sabes que su insigne dueño tiene esta cara: 

El vinagre es mi alimento

Antes de hablar de la novela, comentaré que el padre Fortea es, además, exorcista; y que, lejos de la cara de mala uva e intransigencia que gasta, sus obras dejan ver a un tipo con una visión bastante atinada del mundo en que vivimos, amén de otras virtudes que se aprecian en Cyclus apocalypticus. Entiendo que, visto lo visto, la primera impresión sea la de que voy a dilapidar la obra, además de cachondearme de su autor, poniendo a caldo una trama moralizante llena de adoctrinamientos cutres, mensajes evangélicos que no vienen a cuento y demás. Pero nada más lejos de la realidad.

Para empezar, ya matiza el buen padre que su novela no es otra cosa que ciencia-ficción. Y es cierto. El tema de Cyclus apocalypticus no es ni más ni menos que lo que promete, a saber, una suerte de futurible sobre qué ocurriría si las profecías del libro bíblico sucedieran en realidad, habiendo avanzado la historia desde nuestros días.


La historia se sitúa entre los años 2181 y 2213. Durante ese periodo de tiempo, seis generaciones de seres humanos viven la decadencia y casi extinción de la raza humana. El cristianismo y su cultura han quedado obsoletos, así como las demás religiones monoteístas. El pensamiento religioso y la vida espiritual quedan a un lado, y todas las doctrinas utópicas que tienen que ver con la justicia social, la solidaridad o el bien del Hombre permanecen olvidadas.

Políticamente, la civilización occidental ha pasado por un grave periodo de crisis, en el cual los ciudadanos han dejado de creer en la democracia, hundida por la corrupción de las instituciones, y han preferido la seguridad férrea de una pseudo-dictadura unificadora del continente que garantice un enorme estado del bienestar, sacrificando toda opción de libertad gracias a leyes cada vez más restrictivas, y una sobre-dependencia de los poderes oficiales. Europa y América -que aglutinan muchos más territorios, planetarios e interplanetarios, de los que tienen en la actualidad- conforman dos grandes bloques políticos, en los que socialmente se ha vuelto a usos, costumbres y figuras estatales del antiguo Imperio romano. En este sentido, destaca la forma magistral en la que el autor desarrolla una de las claves de la novela, así como una de las mayores incógnitas del propio Apocalipsis: ¿Quién o qué es el temido Anticristo?







Para Fortea, el hecho de que esta figura acumule tanto poder, y sea capaz de reinar en la tierra durante tanto tiempo antes de la Segunda Venida de Cristo, ambientando el libro en un futuro de alta tecnología y colonias interplanetarias, le hace dar una idea clara y casi desconcertante. El Anticristo es un partido político.



El emperador de la Europa alternativa logra erigirse como jefe supremo de los dos grandes bloques. De esta forma, sus sucesores -siete en total- irán conformando la gran Era del Apocalipsis, imponiendo una nueva y engañosa religión de trasfondo diabólico, exterminando en masa a los cristianos en campos de concentración, y creando guerras que  empobrecen y diezman la población a pasos agigantados. El conocimiento de Fortea sobre el Apocalipsis se muestra brillantemente, pues uno a uno se suceden todos los signos del Fin del Mundo descritos en la Biblia, solo que la gente no puede identificarlos, debido a una ignorancia calculada por el poder.

El estilo de la novela no es, ni mucho menos, tan bueno como cabría esperar, en especial para un lector avisado en el género; sin embargo, Fortea conforma su novela en torno a breves escenas, las cuales, a modo de retablo, representan una idea general y perturbadora del Fin de los Tiempos. Esto, sin duda, agiliza la lectura, aunque el poso que va dejando es cada vez más amargo y depresivo, puesto que toda la novela representa una degeneración de la raza humana, observada desde todos los frentes -curiosamente, prácticamente no aparece el punto de vista de los católicos- por un autor desvinculado de la trama, que simplemente ofrece una sucesión de hechos, en los que no participa ni intercala ninguna digresión.


A este respecto, diré que, particularmente, la novela me dejó estupefacta, además de que me gustó bastante. A pesar de sus defectos en lo formal, el tono de las distintas escenas resulta muy visual, casi cinematográfico en algunos pasajes, como el magistral arranque, en el que observamos una gran ciudad del futuro vista por un monje, sentado en el scriptorium de un monasterio del siglo XXII. Mención especial merecen la escena en la que los catedráticos ateos debaten sobre el futuro de las obras religiosas que han sido prohibidas, o el  discurso de un profesor de universidad en África, que, en unas pocas páginas, resume a la perfección la mentalidad de la época última inventada por Fortea.

De todas formas, confieso que éste es el primer libro apocalíptico que leo. Ya conocía las grandes anti-utopías clásicas, aunque ignoraba que existieran más novelas que hubieran creado una especie de subgénero. Para empezar, decir que Cyclus apocalypticus es la primera novela de una decalogía, la saga del Apocalipsis, donde el padre Fortea analiza el mismo mundo desde muy diversos puntos de vista. De entre estos diez libros, yo sólo he ojeado La construcción del jardín del Edén, que trata de un científico que cree poder recrear el Paraíso. A este respecto, me da la impresión -y conste que se trata únicamente de eso- de que la idea de llevar adelante una trama completa, sin esa aparentemente desastrada estructura de retablo visceral, aportarán al resto de novelas un aire racional que puede que les haga perder fuelle. De todos modos, habrá que leerlas para saberlo, aunque de primeras no me fíe demasiado. Si algún lector está versado en la ciencia-ficción apocalíptica, le recomiendo que visite la siguiente reseña de la novela de la que hoy me he ocupado, pinchando aquí 


Así las cosas, decir que esta novela de la desolación resulta francamente perturbadora, que recomiendo su lectura, tanto a creyentes como a amantes de la ciencia-ficción que, si puede ser, lleven bien el tema de angustiarse con una trama en la que la desesperación va in crescendo hasta el límite; y por lo demás, quiero aclarar que, en concreto, esta obra me ha perturbado para bien, aunque puede que, en algún momento, escriba sobre otras que me perturbaron para muy mal, o para tan mal que acabé llorando de la risa. 

P. D: ¡Espero vuestros comentarios, calamares!

2 comentarios:

  1. Yo leí ese libro!!! y estaba impactada!!! es realmente impresionante!!! además de que no podía dejar de leerlo!! pero realmente es buenísimo!!

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  2. Me alegro mucho de que te gustara. Realmente leerlo fue una experiencia estupenda, aunque te deja literalmente hecho polvo, pero bueno. ¿Algún pasaje que te gustara de forma especial? :)

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